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¿Has notado alguna vez que en algunas habitaciones hace más frío o más calor que en otras aunque el termostato esté ajustado a una temperatura similar? Este fenómeno, conocido como inercia térmica, es algo de lo que quizá no seamos conscientes a diario, pero que puede tener grandes beneficios para nuestro consumo de energía.
La inercia térmica se define como la capacidad de un material para resistir los cambios de temperatura debidos a influencias externas, lo que significa que cualquier calentamiento (como la luz del sol) o enfriamiento (como el aire nocturno) tarda más en sentirse en los materiales con más inercia térmica. En esta entrada del blog, exploraremos más sobre este interesante concepto y cómo comprenderlo puede ayudarnos a ahorrar energía.
La inercia térmica es una propiedad de los materiales que describe su resistencia a los cambios de temperatura. En otras palabras, esta propiedad afecta a la velocidad de transferencia de calor de un objeto a otro. Los materiales con mayor inercia térmica absorberán y retendrán el calor durante más tiempo que los que tengan menos niveles de esta propiedad, creando un amortiguador entre las influencias externas, como la luz solar, y las temperaturas interiores.
Esto es especialmente útil cuando se trata de ahorrar energía, ya que los materiales con mayor inercia térmica pueden ayudarnos a mantener una temperatura interior más constante en todo momento a lo largo del día o la noche, reduciendo nuestra necesidad de excesivo consumo en sistemas de calefacción o refrigeración. Por ejemplo, se ha demostrado que instalar capas más gruesas de aislamiento en las paredes reduce el consumo de energía hasta un 40%.
Al comprender la inercia térmica, podemos tomar decisiones informadas sobre los materiales y el aislamiento que utilizamos para construir nuestras casas. También podemos utilizar este conocimiento para determinar las mejores horas del día y de la noche para abrir o cerrar cortinas, ventanas o puertas con el fin de regular las temperaturas interiores.
Además, comprender mejor esta propiedad puede ayudarnos a ahorrar energía reduciendo nuestra necesidad de sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado. Por ejemplo, si una habitación está orientada al sol durante ciertas partes del día, se pueden instalar cortinas o persianas más gruesas que aumenten las propiedades aislantes de las ventanas y reduzcan la luz solar entrante. Esta sencilla acción puede contribuir en gran medida a reducir los costes energéticos.
Por último, saber cómo se comportan los materiales con distintos niveles de inercia térmica en diferentes las circunstancias pueden ayudarnos a crear edificios más eficientes energéticamente y a reducir nuestra huella de carbono.
Hay varios materiales que pueden utilizarse para aumentar la inercia térmica de una casa. Los materiales más comunes son:
Comprender la inercia térmica puede ayudarnos a tomar decisiones informadas sobre nuestros edificios y el ahorro de energía. Al elegir materiales con mayor inercia térmica, podemos reducir nuestras facturas de energía, así como la huella de carbono, como señalamos con anterioridad.
En conclusión, la inercia térmica es una gran herramienta para ahorrar energía, pero no siempre es la solución definitiva. Tener en buen estado tus sistemas de calefacción y refrigeración te asegura una temperatura confortable durante todo el año, además de evitarte ciertos inconvenientes como averías o el aumento de la factura de la luz.
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